Mis Mensajes al Mundo
Lo más probable es que en tiempos antiguos hubo mujeres que desearon mucho ser la madre del Mashiaj, pero sólo una fue elegida, María, una humilde virgen. Ella fue favorecida sobre todas las mujeres en toda la tierra, y fue grandemente bendecida. Y así también hay hombres hoy que desean ser los dos profetas escogidos del Apocalipsis de nuestro tiempo. Algunos hombres incluso han emergido vestidos de cilicio, tal como los dos testigos estarán algún día vestidos de cilicio. A los dos testigos se les otorgará tremenda autoridad, sobre toda la tierra, y toda la humanidad será puesta en sujeción a ellos. Y junto con la gran autoridad y poder que recibirán, también les vendrá una gran fama y admiración, de todo el mundo. Y el mundo también les tendrá miedo. Será como cuando los egipcios tuvieron miedo y admiraron a Moisés, después de que él azotó a Egipto con plagas. Los dos testigos serán como dioses en la tierra, azotando a toda la humanidad con plagas, cuantas veces quieran. Castigarán ciudades y naciones. Y cualquiera que intente hacerles daño será incinerado con fuego. Serán imparables. Los gobiernos y la policía y los ejércitos del mundo no podrán detenerlos ni matarlos. Incluso los personajes de Superman y Thor en las películas de hoy aparecerán débiles al lado de los dos testigos, porque el poder de los dos testigos estará en sus bocas, y lo que profeticen con sus bocas es lo que sucederá. Si ordenan que un meteorito caiga sobre París, así sucederá. Si ordenan que la ciudad de Houston sea tragada por la tierra, así sucederá. Si alguien los hace enojar, pueden ordenar que les salgan llagas o incluso causarles la muerte, al igual que el profeta Eliseo maldijo a los jovenes cuando lo provocaron a ira llamándolo calvo, y los osos los mataron. Los dos testigos serán bendecidos y favorecidos sobre toda persona en toda la tierra. Todavía no sabemos quiénes serán, pero todos tenemos que buscar estar listos para cuando aparezcan, y buscar la unción por nosotros mismos, que todos también tenemos que recibir, no solo los dos testigos. Y tenemos que dejar que Dios decida quiénes serán sus dos elegidos, y respetar su decisión una vez que sean ungidos y emerjan, y sujetarnos a su instrucción y mensaje. Que pronto aparezcan, vestidos de cilicio y sin dinero, y que establezcan dos lamparas perfectos para iluminar al mundo.